
Quizás Frank Rijkaard no fuera, tácticamente, el mejor entrenador del mundo. Pero es que para entrenar al Barça, eso es lo de menos. Rijkaard tenía ese don como su paisano, Cruyff, el saber hacer con los cracks. Condición sin equanom para triunfar en este club. Y es que Frank sabe tratar a cada jugador como es debido. Aunque mucha gente le achaca que no tenía la mano dura cuando es necesaria y como quedaría demostrado cinco años más tarde cuando abandono el banquillo blaugrana, y con las "vacas sagradas" campando a sus anchas por el Camp Nou
Posiblemente ese pequeño desliz amoroso en un viaje a Tokio (para jugar la Intercontinental) le dejo un poco desnudo delante de sus jugadores. Fue algo que le restó autoridad moral al entrenador para poder exigir a sus jugadores que volvieran al camino del éxito y del trabajo, cuando él mismo se había saltado las normas internas del vestuario, fue el principio del fin para Rijkaard y ese "Samba Team" que era el equipo blaugrana de los Ronnie, Deco, Eto'o
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