
- "¿Te has vuelto loco? Ese equipo no tiene futuro. El puesto que te estamos ofreciendo es mucho mejor que entrenar al filial, también en términos económicos", intentó convencerlo Txiki Begiristain. No lo consiguió.
- "Como entrenador no soy nadie por eso asumo esta oportunidad con un entusiasmo incontrolable", afirmó.
Les prometió a sus "pupilos" que cada vez que ganaran tres partidos seguidos los invitaría a comer. No fueron sus únicos gastos: también debió pagar multas por tres expulsiones. Solía utilizar el italiano para insultar al árbitro y que los asistentes no lo entendieran. El arranque no fue auspicioso. Tuvo varias dudas por un par de futbolistas que eran líderes en el vestuario, pero que no escuchaban sus directivas. Entonces decidió consultar a su "maestro" Johan Cruyff, como lo haría luego varias veces.
- "Deshazte de ellos", le aconsejó Cruyff.
Lo hizo y así empezó a imponer su autoridad en el vestuario. En el filial dirigió a Pedro y a Busquets, y comenzó a probar (y probarse) como entrenador. Fue campeón y logró el ascenso.