Cathonys

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Mushofutbol

dijous, 15 de novembre del 2012

La Biblia... ese libro de culto (XI)

"El Genesis" (X)

El Diluvio Universal (IV)

La Torre de Babel es una edificación clave en la mitología judeo-cristiana, mencionada en el Antiguo Testamento. Parece ser que con esta construcción, los hombres pretendían alcanzar el Cielo.
Nimrod, quien fue el primero en hacerse rey después del Diluvio, y a quien la Biblia identifica como un poderoso cazador opuesto a Dios, es señalado como el verdadero gestor de la idea de llevar a cabo esta enorme empresa. Algunos han intentado identificarlo con Sharrukin o Sargón I de Akkad, el fundador del primer Imperio semita (acadio) de que se tiene memoria. Otros creen ver en este vigoroso cazador la figura del dios asirio Ninurta, dios de la guerra y de la caza que, como Nemrod, se placía en cazar a sus enemigos. Nuevamente la religión sumeria y Biblia parece encontrarse en un punto de la historia



Al no disponer de piedra para la construcción, se decidió fabricar ladrillos. Y como tampoco contaban con cal, usaron betún como argamasa. Fue entonces cuando Dios desciende para ver el trabajo de los hombres. Esto despertó su ira, viendo el orgullo de los hombres, y la insolencia que esto significaba. De ese modo, decidió confundir a los hombres sus lenguas, para que no pudieran entenderse. Así los dispersó Dios de allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por tanto, el nombre de dicha ciudad fue Babel, porque Dios confundió allí el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los dispersó sobre la faz de toda la tierra.

Pero que podía ser en realidad esta "Torre de Babel"


Su estructura es sencilla y monumental, de planta o base cuadrada, rectangular u ovalada y sobre ésta se alza la torre a modo de pirámide escalonada, formando grandes terrazas a las que se puede acceder por medio de unas grandes escaleras que distribuyen la circulación por las diferentes terrazas o alturas que conforman el Zigurat (son piramides que acaban en plano en su cuspide).

Llegó a tener hasta siete plantas y en la última solía hallarse el templo y el Dios al que estaba dedicado.

Eran lugares exclusivamente dedicados a servir de casa o morada de los Dioses de las diferentes civilizaciones que poblaron Mesopotamia, por tanto, un espacio donde no estaba permitido ningún acto público ni ceremonioso, dentro del templo aunque fuera por motivo de culto.