
Esta situación afectaba, y de lleno, a Leo Messi, que por miedo a ser sancionado, no se alineaba en las competiciones domésticas (Liga), sólo en las europeas (Champions League).
El club había iniciado gestiones para conseguir la nacionalización española del jugador, mientras que la familia del jugador, paralelamente, se había dirigido a la justicia italiana con el mismo propósito.
El crack, que por aquel entonces ya brillaba con luz propia, se desesperaba. Se habló incluso de cederlo para que no estuviera parado... Sin embargo, el club movió tierra y cielo para acabar con una situación esperpéntica. La nacionalización del argentino, que juró la Constitución española, puso fin a las dudas y dejó su condición de extracomunitario, pasando a jugar a partir de entonces como español. Su primer partido en las nuevas condiciones burocráticas fue ante el Zaragoza, el 1 de octubre, salió en el minuto 66 por Giuly.
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