Cathonys

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Mushofutbol

dimarts, 20 d’octubre del 2009

Cap. 754: Más anecdotas del Barça (cap.II)

 Al agua Los jugadores entrenaban en dos sesiones, mañana y tarde, y antes de la primera sesión Evaristo organizó un combate de boxeo en el vestuario. Los contrincantes eran Gensana y el chico del bar, que repartía bebida y bocadillos entre los jugadores y al que todo el mundo tenía mucho aprecio. Los dos se enfundaron unos guantes que tenían para estas ocasiones y empezaron a pelear. Al poco rato entró el mister, el yugoslavo Brocik, que mandó parar la pelea y los envió al campo. El chico del bar aprovechó para bañarse en la piscina del vestuario. Por la tarde, después del baño de jabón de todos los jugadores, se reaunudó el trabajo y también la pelea. Gensana sacudió al muchacho del bar y lo dejó un poco atontado. Cuando acabaron el chico se tiró de nuevo a la piscina para refrescarse: - "iGensanal, me la has vaciado!", exclamó. El chaval se había tirado a una piscina vacía, el agua se cambiaba en cada entrenamiento La Herencia Era otro de los interminabíes viajes a Sudamérica. En pleno vuelo uno de los motores del avión se paró y el aparato tuvo que continuar en esas condiciones el resto del viaje. La plantilla estaba ligeramente acongojada, pero hubo uno que se lo tomó con humor. Basora se levantó, cogió una libretita y fue preguntando uno por uno a los jugadores. - "A ver, tú, ¿a quién le dejas la herencia?". Fue una idea un poco macabra, pero ayudó a bajar la tensión y arrancar alguna que otra sonrisa. Pista, pista Josep Palau siempre fue un poco despistado para el asunto de los transportes. Cuando se cogía el avión lós jugadores llegaban a las pistas en un autobús que hacía trayectos internos por el aeropuerto. Todos salían de allí y subían corriendo al avión. La primera vez a Josep Palau le tocó viaja r al lado de una señor ya mayor, por que los asientos no estaban numerados y cada uno ya tenía pareja de vuelo. El futbolista les dijo a sus compañeros que lo podrían haber avisado y pensó: - "Esto no me va ocurrir más. La próxima vez sere yo el primero" ma vez seré yo el primero”. - Y así fue. En el siguiente desplazamiento aéreo el autobús que recorría las pistas paró y Palau bajó corriendo con la maleta dispuesto a tomar asiento lo más rapido posible. Pero aquella parada fue por otros motivos y Palau se quedó solo en medio de la pista. El autobús cerró sus puertas y siguió el trayecto, Mientras el delantero lo seguía corriendo y gritando que se parase. Os podeis imagínar la escena. Sus compañeros, en la parte trasera del autobús se burlaban mientra que el pobre Palau galopaba desesperado por las pistas. El hecho fue motivo de risas durante mucho tiempo Invitación con cambio (otra de Palau) Al poco tiempo del fichaje de Jósep Palau por el Barcelona, el equipo viajaba en tren a Elche para disputar un partido de Liga. Hubo parada en Alicante y diez rninutos de descanso. Todos los jugadores bajaron a tomarse un refresco y al terminar, como era su santo, Palau les dijo: - "Empezad a tirar que ya pago yo. Os invito". Justo cuando todos marchaban y el delantero estaba en la barra saldando el convite, el tren empezó a arrancar, Los jugadores corrieron hacia allí y llegaron por los pelos, pero el rezagado de Palau se quedó solo en la estación. El delantero se preocupó porque llegaría tarde a la concentración. Finalmente cogió un taxi y llegó a Elche cuando todos ya cenaban en el hotel. Sus compañerós, en un gesto solidario le ayudaron a pagar la monumental factura del desplazamiento... Tormenta en el aire A la vuelta de un partido de Copa de Europa desde Yugoeslavia, en el vuelo de la KLM, hubo tal tormenta que los jugadores aparecieron en el aeropuerto de Son Sant Joan (Mallorca), por que el de Barcelona estaba cerrado. Pues salieron del avión sin botones en las chaquetas y con todas las maletas medio abiertas. Ese día ni siquiera los miembros de la prensa que acompañaban al equipo se atrevieron a subir y regresaron a Barcelona en un ferry. Eso si los jugadores tuvieron que volver a subir en el avión por obligación, pero no las tenían todas consigo