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dimecres, 24 de setembre del 2014

Cap. 1255: Fernando, Manolo... ¿un error de Ramon Martínez? (I)

En las temporadas 1986/87 y 1987/88, un defensa malagueño destacaba en el Valladolid de Vicente Cantatore. Contundente y bueno en el corte desde su posición de líbero, ofrecía un porte de los que antes llamaban mucho la atención. Su nombre futbolístico, Hierro II (Manolo), se debía a que en su etapa en el Málaga coincidió con su hermano Antonio, o lo que es lo mismo Hierro I. Tenían un hermano Fernando que nunca fue llamado Hierro III.
Sus dos campañas de blanquivioleta llamaron la atención de los grandes. Real Madrid, Barça y Atlético preguntaron por él en Pucela. Cuando el Madrid parecía tenerlo hecho, Josep Lluis Nuñez (por entonces José Luis) y Joan Gaspart (por entonces Juan) hicieron una oferta irrechazable (150 millones de pesetas más la cesión del canterano Alberto Albesa). Era el mes de febrero de 1988 y Manolo Hierro ya era culé para la próxima campaña.

Pero en esos meses que transcurrieron de febrero a julio, algo cambió en el Barça. Johan Cruyff llegó al Camp Nou y quiso su revolución en la plantilla. Pronto se escuchó el rumor de que el holandés no quería a Manolo Hierro en su equipo. De hecho, el día de su presentación como culé se habló más de su posible marcha que de su llegada.
- "Vengo a un club serio, no creo que aquí sucedan cosas así", advirtió ingenuo.
El propio Gaspart, en lo que meses más tarde se interpretó como un intento de ponerle de nuevo en el mercado más que de realzar el producto recién comprado, aseguraba a escondidas a los periodistas que el Madrid seguía llamando día sí y día también preguntando por Hierro.

Empezó la pretemporada en Holanda y las sospechas se fundaron. Hierro no contaba para Cruyff que acumulaba tráfico en el centro de la zaga: Aloisio, Serna, Salva, Migueli y Alexanco.
- "Para que Manolillo juegue tendrían que haberse muerto todos estos antes", aseguraba meses más tarde un jovencísimo Fernando Hierro, que con 20 años acababa de ser llamado a la selección nacional. Cruyff deslizó que Manolo no asimilaba su sistema y que era un armario y a dos días de empezar la Liga, sin ningún partido oficial en su haber, lo mandó al Betis, cedido, junto a Calderé y Rojo. Nunca más, si es que se puede considerar que estuvo allí, volvió al Barça. Del Villamarín pasó al Heliodoro al año siguiente, también cedido, y el club insular acabó haciéndose con él por 55 millones de pesetas, 100 menos de lo que costó.