En 1927, Jose Gaspart Bulbena (abuelo de Joan Gaspart), iniciador de la
saga hotelera, y Pep Samitier hicieron una apuesta muy singular. Jose
Gaspart aposto una habitación en el Hotel Oriente y barbero gratis a
diario si marcaba el gol decisivo en un no menos vital encuentro.
Evidentemente ganó Pep Samitier, que vivió algunos meses, en plena
Rambla y fue afeitado durante años por la patilla. Eso si los secretos
de esa suite dispararon hasta el infinito la imaginación popular de sus
contemporáneos. Tan venerado era que las floristas de les Rambles le
regalaban claveles rojos para lucir mejor su pulcra indumentaria, era
una especie de Gran Gatsby o Beau Brummel barcelonés, paladín de la
elegancia y modelo literal a seguir en cuanto a vestuario respecta, otra
de su forma de ser era su peculiar léxico, basado en metáforas de
fútbol aplicadas a la vida.
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