Una de las imagenes impactantes de aquella final de la intercontinental
del 18 de diciembre de 2006, fue ver a un niño nipón, vestido de
blaugrana y llorando desconsoladamente por la derrota. Aquel muchachito,
que lucía una inmensa bufanda blaugrana en su diminuto cuello, se llama
Leo Miyagata. Se pudo averiguar que sus padres son unos forofos del
Barça. Su madre era una de los 2.000 socios que el Barça tiene en Japón
(con la llegada de Rosell perdió esa condición, como mucho otros cules) y
que había participado activamente en las diferentes actividades que
organizó el club en Yokohama como, por ejemplo, el clínic del día 12 en
el que, entre otros, participó el exblaugrana Julio Alberto. Papá
Miyagata trabajó duro los días antes de la semifinal frente al América
de México para tener a punto el inmenso mosaico que apareció en el gol
sur del Nissan estadio en el que se podía leer en catalán, inglés y
japonés, "més que un club". Ese día, Leo estuvo a punto de cumplir uno
de sus sueños, aunque ya se sintió satisfecho con lo conseguido. Sus
padres le habían apuntado al sorteo que premiaría a 22 niños (11
barcelonistas y 11 del América) para salir de la mano de cada uno de los
jugadores.
El sorteo decidió que Leo Miyagata saltara al césped de la mano de un jugador mexicano y no del Barça. Pero Leo estaba eufórico. Tanto que, al ser entrevistado por la cadena de televisión U1.TV Japan, dijo:
- "Quiero ser Ronnie".
- ¿Por qué?, le dijo el entrevistador.
- "Porque es muy bueno y porque el Barça es el mejor. Me encanta lo bien que juega a fútbol y la manera que tiene de atacar".
El sorteo decidió que Leo Miyagata saltara al césped de la mano de un jugador mexicano y no del Barça. Pero Leo estaba eufórico. Tanto que, al ser entrevistado por la cadena de televisión U1.TV Japan, dijo:
- "Quiero ser Ronnie".
- ¿Por qué?, le dijo el entrevistador.
- "Porque es muy bueno y porque el Barça es el mejor. Me encanta lo bien que juega a fútbol y la manera que tiene de atacar".