Lo más recarcable de aquella temporada fue una rebelión que dicidieron llevar los jugadores contra la directiva. Nadie se lo esperaba pero un día apareció una nota de los jugadores en la prensa en la que tras enumerar un buen número de casos, polémicas y problemas señalaban: "Doloridos de que sobre nosotros, "cachorros" y "viejos" se haga cargar toda la culpa del descrédito que pesa sobre el campeón de Catalunya, nos hemos decidido adoptar una actitud para recoger el reto de la directiva". La misiva iba firmada por todos los jugadores. No hace falta que os diga que la que se armo fue gorda, casi de juzgado de guardia. La Junta en plan conciliador decidió reunierse con los futbolistas para aclarar todos los puntos de discordia. Y fue elegido como mediador, Josep Sunyol (6 años más tarde como presidente sería fusilado en Madrid por el bando rebelde).
Antes del primer contacto, y en vista de como estaban las cosas... Los jugadores habían entregado un documento pacificador que decía así:
"Conscientes los jugadores del FC Barcelona del momento díficil porque atraviesa el club, y deseosos de que por ningún motivo se pueda detener su glorios historial, ha resuelto dejar a un lado cuestiones que podrían parecer de amor propio y que indudablemente empequeñecerían el problema y dificultarían la solución necesaria.
En reunión delebrada el día 29 del corriente acordamos:
1) Reconocer nuestro error en plantear en la forma en la que lo hicimos nuestra propuesta por lo que hemos creido desconsideraciones e injusticias
2) Retirar todas las palabras y todo los conceptos que hayan podido resultar ofensivos o simplemente molestos
3) Concurrir al local social para exponer con el debido respeto pero con toda la claridad conveniente, al Consejo Directivo los motivos de queja"
Dada esta postura reconciliadora de todos, la polémica quedo solucionada muy pronto. Al final solo fue "una tromenta en un vaso de agua"
El 30 de junio de 1930 y tras cesar Tomás Roses, como presidente, volvió a coger el cargo Gaspart Roses