Agustí Villaronga Riutort, nació el 4 de abril de 1953 en Mallorca. Nieto de titiriteros y ambulantes, ofrecían en ferias su espectáculo hasta que su abuela murió de tuberculosis en un hospital de Tarrasa, cuando su padre era un crío. A este le tocó ser un niño de la guerra, arrastrado al frente con quince años y arribando más tarde a Palma de Mallorca como cartero. Apasionado del cine, le inculcó a su hijo la pasión del arte visual.
Cuando Agustí era sólo un niño jugaba a hacer proyecciones con dibujos, cajas de cerillas y linternas. A los 14 años decidió ser director. Cuando acabó el colegio escribió a Roberto Rossellini a su escuela de cine en Roma. Le respondieron que antes debería pasar por la universidad. Terminó sus estudios básicos en en el Colegio Montesión de jesuitas y algo decepcionado, ya adolescente, se trasladó a Barcelona donde se matriculó y licenció en Geografía e Historia. Poco después de iniciar su carrera conoció a Víctor García, con quién se embarca en la compañía de Núria Espert. Recorren Europa y América representando un papel en Yerma, de Lorca. Al volver para seguir con sus estudios, actúa en varias películas en las cuales trata con Pepón Corominas, productor que le propone llevar el vestuario de La plaza del diamante. Desde entonces, no paró de enlazar un rodaje tras otro, conociendo a los técnicos, el oficio y los secretos del cine.
Ha ejercido de profesor de Imagen así cómo de director artístico, decorador, estilista y realizador de videos de moda, siendo todo esto un paso previo para su incursión en el contexto cinematográfico con sus primeros cortos: Anta mujer (1976), Laberint (1980) y Al Mayurka (1980). Y por fin, en 1987 y con menos de 30 millones de pesetas, reúne al equipo y las condiciones idóneas para llevar a cabo su anhelada ilusión de rodar un largometraje, su ópera prima Tras el cristal, siendo seleccionada para el Festival de Berlín. Julián Mateos y Maribel Martín le producen El niño de la luna (1989), con la que desconcertaría al público y a la crítica internacional en el Festival de Cannes de 1989. Galardonada con un Premio Goya al mejor guion original y nominada al mejor director y película. Pero lejos de los premios, la crítica y el público atacan con vehemencia su trabajo.
En 1992 abandona temporalmente la ficción con Al-Andalus: las artes islámicas en España, un documental producido por Sogetel y el MoMA de Nueva York, y no regresa hasta 1995.
Durante este tiempo, se obsesiona con la adaptación de la novela de Mercè Rodoreda, La mort de primavera, pero tras dos años de ir de productor en productor y no conseguir apoyos, desiste, aceptando un encargo de Massa d'Or Produccions, Tornasol Films y la cadena francesa Arte, para llevar al cine la novela de Georges Simenon, El pasajero clandestino (1995), alejada de su forma de narrar y expresar. Declaró durante su rodaje que la tentación de dejar el cine fue muy grande.
Pero regresa con 99.9 (1997), otro encargo en el que María Barranco tiene que ver, ya que le propuso a él como realizador del guion. El film, co-protagonizado por Terele Pávez, estuvo presente en diversos festivales, entre ellos los de Montreal, Toronto, Roma, Sitges, La Habana y el Fantafestival, donde ganó sendos premios además del Premio Mélies de plata a la mejor película fantástica europea.
Su siguiente trabajo, El mar (2000) supone su regreso como autor de una película "íntegramente suya". Co-guionista junto a Biel Mesquida (poeta mallorquín) y Toni Aloy, de una novela de Blai Bonet. Presentada en el Festival de Berlín y nominada al Oso de Oro, lo único que no causa es indiferencia. Su reconocimiento se hace internacional y gana el Premio Manfred Salzgeber a la innovación.
En 2001 recibió el Premio Nacional de Cine de Cataluña.
En su búsqueda incesante por lo difícil y nuevo, dirige junto a Isaac P. Racine y Lydia Zimmermann, Aro Tolbukhin: en la mente del asesino (2002), un falso documental donde juegan con las posibilidades del lenguaje fílmico mezclando estilos, géneros y formatos. Fue galardonado con el Premio Ariel como mejor guion original y nominada a la mejor película y dirección.
Alejado del cine, adapta un texto teatral para la realización en formato televisivo de Después de la lluvia (2007) donde obtiene una buena pero poco trascendente acogida.
En el tintero se quedan obras como la ya mencionada La mort de primavera y Bárbaros de Occidente, una historia inspirada en la vida y obra de François Augieres, un escritor y pintor francés del siglo XX, y La Giganta, un proyecto sobre el que estuvo trabajando, pero que una vez conseguidos los apoyos financieros, uno de los productores, huyó con el dinero sin que hasta la fecha se sepa nada.
En 2010 estrena Pan negro (basada en la novela Pa negre y Retrat d'un assassí d'ocells, del escritor Emili Teixidor), con una historia centrada en la infancia y adolescencia de un chico durante los oscuros años 40. A la vez que descubre la sexualidad, se despertará en él una conciencia moral. Esta última película se presenta en el Festival de Cine de San Sebastián (donde Nora Navas consigue la Concha de Plata a la mejor actriz) y gana 9 Premios Goya (entre ellos el de Mejor dirección) de un total de 14 nominaciones.
En 2011 fue premiado con el Premio Nacional de Cinematografía1 y su película, Pan negro, seleccionada para competir por el Óscar a la mejor película de habla no inglesa.
En 2012 recibe varios galardones por su trayectoria, como el premio honorífico del Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas Gay-Lesbo y Trans de Bilbao (Zinegoak), el premio Jordi Dauder de la Muestra de Cine Latinoamericano de Cataluña, y un homenaje del Spanish Cinema Now en Nueva York. Es otro de los grandes cules, que tenemos en el mundo