Santiago Massana, futbolista blaugrana de la primera década del s.XX, era conocido por sus amigos como Tiago. Un "sportmen" de la época en que participo en diversas actividades deportivas. De talente bohemio y aventurero, después puso rumbo al estado de Pará, Brasil, desde donde recorrió el mundo (África, Asia y Oceanía) para regresar a la Amazonia, de la que había quedado hechizado.
La razón de este cambio de vida, sin embargo, no fue ningún capricho como se pensaba. Hubo una razón, y de peso. Massana, que había empezado a trabajar de secretario en el Sindicato Único de la Madera, se vio involucrado en la convulsa vida política que azotó Barcelona en 1919, con la huelga de La Canadiense, donde incluso fue tiroteado por la mafia que contrato la empresa para acabar con los sindicalistas. Tiago, después de ver la muerte tan cerca, no se lo pensó dos veces y se las arregló para salir de Barcelona y, vía Lisboa, llegar a Belém, puerta de entrada a la Amazonia. Allí empezó una nueva vida en la selva. Compró una isla por "siete u ocho mil duros" y permitió que los indígenas vivieran y cultivaran en ella sin arriendo ni impuesto alguno. En una ocasión explicó que allí puso en práctica el comunismo "sin estridencias anarquistas".