El Camp Nou no es un infierno para los rivales
salvo en días muy especiales. No es un secreto. Y si una mañana lluviosa
aleja del Estadi a más de 30.000 socios o seguidores, aunque el horario
(las 16 h.) invitaba al optimismo 'ambiental', el efecto caldera
todavía es más inviable. Pero de ahí a sentirse "como si jugáramos
fuera", según Dani Alves, media un abismo.
Los 66.969 espectadores que acudieron ayer reaccionaron con gritos de ánimo a cada golpe que recibió su equipo. Los gritos de "¡Barça, Barça!" retumbaron tras el 1-1 de Dani Parejo, después del 1-2 de Piatti y también cuando Alcácer logró el 2-3. Esa es la respuesta que se merecía un equipo que llevaba 25 victorias consecutivas en casa.
No existe una forma mejor de demostrar que se está con los jugadores que animar después de cada gol del rival. También sucedió tras la expulsión de Jordi Alba, como si la afición quisiera transmitir que ya no sería el jugador número 12, sino que cubriría la ausencia del 11. Y en momentos puntuales desde la grada se alentó al equipo a buscar la remontada.
Si Dani Alves escuchó a veces "un runrún que no ayuda" fue simplemente porque a veces se produjo una descoordinación entre seguidores y jugadores. Una jugada puede servir de ejemplo. En el minuto 82, con el Camp Nou volcándose otra vez en el "¡Barça, Barça!" en el inicio de un acción ofensiva, Iniesta intentó hacer un cambio de juego a media altura justo en el momento en el que Messi, a su derecha, se incorporaba a posiciones más avanzadas. El resultado, un pelotazo en el trasero de Leo, otro balón perdido, nueva contra del Valencia y cada vez con menos tiempo para ganar.
Si en ese momento se produce algún sonido de desaprobación tiene su lógica. Seguro que también lo emite el propio Alves en el césped cuando se desmarca y Xavi, por ejemplo, no le ve. Y eso no quiere decir que no desee lo mejor para su compañero. Esa queja, multiplicada por 10.000 en la grada, se traduce en un murmullo puntual, a veces acompañado de algún silbido porque cada aficionado tiene sus gustos. Y ya que paga, tiene derecho a mostrarlos.
Sin continuidad, imposible
Si alguien animó ayer en el Camp Nou fueron los 66.969 espectadores al equipo. Si algo faltó fue que los jugadores correspondieran al apoyo con más continuidad en el juego ofensivo, encerrando al Valencia en su área a base ocasiones o de acercamientos.
Eso no ocurrió porque en la segunda parte el Barça se desordenó y el Valencia mostró más intensidad, concentración y chispa, logrando transmitir sensación de comodidad en el último cuarto de hora pese a la oportunidad en el descuento de Leo.
El Camp Nou nunca será San Mamés, eso es evidente, por poner un ejemplo, pero el Athletic, cuando busca la remontada, arrincona a su rival. El Barça se quedó muy lejos ayer de esa imagen. La afición animó. El equipo desanimó.
Aunque los periodicos estan para venderte noticias, habria que comparar las estadisticas en jornadas que se jugaron en temporadas anteriores para saber como estaba el Estadi. Es verdad que los abonados no van a todos los encuentros y que no son capaces de acudir al Sient Lliure, como también es culpa del club el precio que pone por esas entradas liberadas. Todo es un cojunto de necedades, que hace que el Estadio y la mayoría de los partidos no cubra ni los 3/4 de entrada. Se buscaron soluciones y encontraron esta del Seient Lliure, pero a esos precios y un dia poco apacible, es mejor quedarse en casa y verlo calentito en tu sofa
Los 66.969 espectadores que acudieron ayer reaccionaron con gritos de ánimo a cada golpe que recibió su equipo. Los gritos de "¡Barça, Barça!" retumbaron tras el 1-1 de Dani Parejo, después del 1-2 de Piatti y también cuando Alcácer logró el 2-3. Esa es la respuesta que se merecía un equipo que llevaba 25 victorias consecutivas en casa.
No existe una forma mejor de demostrar que se está con los jugadores que animar después de cada gol del rival. También sucedió tras la expulsión de Jordi Alba, como si la afición quisiera transmitir que ya no sería el jugador número 12, sino que cubriría la ausencia del 11. Y en momentos puntuales desde la grada se alentó al equipo a buscar la remontada.
Si Dani Alves escuchó a veces "un runrún que no ayuda" fue simplemente porque a veces se produjo una descoordinación entre seguidores y jugadores. Una jugada puede servir de ejemplo. En el minuto 82, con el Camp Nou volcándose otra vez en el "¡Barça, Barça!" en el inicio de un acción ofensiva, Iniesta intentó hacer un cambio de juego a media altura justo en el momento en el que Messi, a su derecha, se incorporaba a posiciones más avanzadas. El resultado, un pelotazo en el trasero de Leo, otro balón perdido, nueva contra del Valencia y cada vez con menos tiempo para ganar.
Si en ese momento se produce algún sonido de desaprobación tiene su lógica. Seguro que también lo emite el propio Alves en el césped cuando se desmarca y Xavi, por ejemplo, no le ve. Y eso no quiere decir que no desee lo mejor para su compañero. Esa queja, multiplicada por 10.000 en la grada, se traduce en un murmullo puntual, a veces acompañado de algún silbido porque cada aficionado tiene sus gustos. Y ya que paga, tiene derecho a mostrarlos.
Sin continuidad, imposible
Si alguien animó ayer en el Camp Nou fueron los 66.969 espectadores al equipo. Si algo faltó fue que los jugadores correspondieran al apoyo con más continuidad en el juego ofensivo, encerrando al Valencia en su área a base ocasiones o de acercamientos.
Eso no ocurrió porque en la segunda parte el Barça se desordenó y el Valencia mostró más intensidad, concentración y chispa, logrando transmitir sensación de comodidad en el último cuarto de hora pese a la oportunidad en el descuento de Leo.
El Camp Nou nunca será San Mamés, eso es evidente, por poner un ejemplo, pero el Athletic, cuando busca la remontada, arrincona a su rival. El Barça se quedó muy lejos ayer de esa imagen. La afición animó. El equipo desanimó.
Aunque los periodicos estan para venderte noticias, habria que comparar las estadisticas en jornadas que se jugaron en temporadas anteriores para saber como estaba el Estadi. Es verdad que los abonados no van a todos los encuentros y que no son capaces de acudir al Sient Lliure, como también es culpa del club el precio que pone por esas entradas liberadas. Todo es un cojunto de necedades, que hace que el Estadio y la mayoría de los partidos no cubra ni los 3/4 de entrada. Se buscaron soluciones y encontraron esta del Seient Lliure, pero a esos precios y un dia poco apacible, es mejor quedarse en casa y verlo calentito en tu sofa