Los responsables de la UGT en Catalunya están preparando un homenaje a
la figura de Nicolau Casaus. Quizás sorprende un poco que desde el mundo
sindical se quiera recordar un empresario textil, como fue l
vicepresidente del Barça, Nicolau Casaus.
Nicolau Casaus pertenecía a la Federació de Joves Cristians de Catalunya
(FJOC) y también era miembro del Centre Autonomista del Comerç i de la
Indústria (Cadci). Al estallar la Guerra Civil estaba afiliado a la UGT,
fue nombrado presidente del Sindicato de Artes Gráficas de Igualada y
como tal intervino en la colectivización de la imprenta donde trabajaba.
Colaboraba en la revista "Horitzons", revista del Partit Socialista
Unificat de Catalunya (PSUC), publicada en Igualada desde el 28 de enero
de 1937 hasta el 10 de diciembre de 1938.
Una vez finalizada la Guerra Civil, Nicolau Casaus, hombre pasional, a
la vez creyente, moderado políticamente dentro de un espíritu
catalanista y republicano, entregado a sus ideas, no tomó el camino del
exilio por creer que nada tenía que ocultar de su actuación
político-social y no estar relacionado en hechos de sangre, más bien al
contrario, ya que el propio consejo de guerra cita que a ocultar a
personas amenazadas. A pesar de ello, el 21 de septiembre de 1939 fue
detenido acusado de "Rojo, separatista y auxilio a la rebelión"
(sorprende lo de la rebelión, cuando los que dieron el Golpe de Estado o
sea los rebeldes eran los vencedores de esta guerra o sea los mal
llamados ejercito nacional)
Lo cierto es que en el consejo de guerra de procedimiento sumarísimo
17.040 del 18 de abril de 1940 se le condenó a cadena perpetua, 30 años,
pena que poco después sería conmutada a 20 años y un día.
Tres años y 19 días después de su ingreso en la cárcel, el 16 de
diciembre de 1942 fue conducido a la colonia penitenciaria de puentes y
caminos de Sant Llorenç de Morunys (Solsonès), estuvo allí un año, hasta
que en diciembre de 1943 fue destinado a un destacamento militar de
construcciones en Barcelona.
El 4 de abril de 1944 recibió la libertad condicional, pero no sería
hasta doce años más tarde, el 2 de septiembre de 1956, cuando se diera
la cancelación definitiva de su culpa.
Nicolau Casaus no podía intervenir en nada que estuviese relacionado en
actividades políticas no franquistas porque habría sido considerado
reincidente. Un ardid que el régimen dictatorial usó siempre para
paralizar potenciales enemigos políticos.