Sus apuestas
Alguna vez perdió una apuesta con Migueli, el zaguero centro del Barça y la selección. Se lo llevó cargando al vestidor ante el asombro de todos. Y eso que a Migueli le llamaban Tarzán. Y era un trozo de armario con patas
1948. El delantero húngaro decidió abandonar la Europa del Este. Se despidió de su madre después de un partido, y con otros cuatro compañeros del Vasas, su equipo de entonces, cruzó la frontera de Austria en un camión con matrícula soviética. En Viena consiguió un pasaporte falso, y viajó así hasta Italia.
1949. El Torino italiano le invita a disputar una gira de partidos amistosos. Pero Kubala, sancionado por la FIFA tras su huida de Budapest, decide no viajar con el equipo. El avión de vuelta de la escuadra turinesa sufrió un tremendo accidente en el que no hubo supervivientes. La suerte se había aliado con el delatero.
1950. Dada la imposibilidad de fichar por ningún equipo, su cuñado, el entrenador Fernando Daucik, decidió fundar el Hungaria, un conjunto de exiliados de la Europa del Este, que jugaban partidos de exhibición. Uno de esos encuentros lo jugaron contra el Español en Sarriá. Gracias a él fichó por el Barcelona.
1952. El Barcelona de las Cinco Copas, se proclamó vencedor de todos los torneos en los que tomó parte, incluidos la Liga y la Copa de España. Tiempo después, el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, seguidor del Barcelona y admirador de Kubala, inmortalizó en canción “Temps era Temps” a la delantera del equipo, encabezada por el goleador húngaro.
1953. Ladislao Kubala logra un récord difícil de repetir. España se convierte en la tercera selección nacional con la que juega. Antes lo había hecho con Hungría, su país natal, y con Checoslovaquia, el país de sus padres. Con España jugó 19 partidos y marcó 11 goles. En 1969 fue seleccionador nacional.
1954. España se enfrentó a Turquía para clasificarse al Mundial de Suiza. Se jugaron tres partidos, porque cada equipo ganó los dos primeros. Kubala se enteró en el mismo estadio de Roma que no iba a poder jugar el tercero: la FIFA informó de una supuesta irregularidad en la tramitación de su ficha, y el decisivo choque terminó con empate a dos. Se sorteó el ganador, y un niño italiano sacó el papelito de Turquía, dejando a Ladislao Kubala y a España sin viajar a la Copa del Mundo.
1955. Durante toda su etapa como jugador, Kubala pasaba horas con el balón. Fue el primero en lanzar las faltas con el interior del pie, y en los entrenamientos del Barcelona se entretenía intentando golpear el balón en el larguero. Era un malabarista con la pelota en los pies.
1957. El espectacular juego de Kubala y el Fútbol Club Barcelona hizo que la afición azulgrana acudiera en masa a ver los partidos. Tanto que el campo de Les Corts se quedó pequeño, y se hizo necesaria la construcción de uno nuevo. En septiembre del 57 se inauguraba el Camp Nou, el estadio más grande de Europa.
1958. Helenio Herrera, nuevo entrenador del Barcelona, marca el principio del fin del Kubala futbolista. La relación entre ambos es tan tensa, que el delantero es apartado del equipo, el club emite un comunicado a favor del técnico, y siete directivos dimiten por apoyar al delantero.
1962. Destituido por primera vez como entrenador del Barcelona, Kubala quiso volver a jugar, pero la directiva de la época no se lo permitió. La negativo ofendió sumamente a Kubala, que decidió fichar por el Español, donde fue jugador-entrenador hasta que cumplió 35 años.
1970. Kubala, seleccionador nacional, acuña un término para la historia: “La afición, el jugador número 12”. Lo dijo tras un partido contra Alemania, que venció España por 2-0.