Las tensiones en el baloncesto blaugrana se habian agravado en los últimos días. Pascual tenía todos los números ser despedido si el Barça perdía en Valencia. También quedaría muy tocado Creus. El entrenador y el secretario técnico eran cuestionados en los despachos del Palau. La relación con Joan Carles Raventós, director deportivo de las secciones, era casi inexistente. No había sintonía. Raventós propugnaba un cambio radical desde la anterior temporada, pero la directiva, de momento, callaba.
Joan Bladé, el directivo responsable del baloncesto, todavía no había movido pieza. Definido como “una persona extraña y misteriosa”, pasaba las asambleas de la Euroliga jugando con el móvil, tal vez porque sus aportaciones e influencia en el baloncesto europeo eran mínimas.
Raventós, en cambio, ya visualizaba una renovación drástica en toda la sección. Los métodos de Creus “son del siglo pasado”, según contaba en los despachos del Palau. El director deportivo es el máximo responsable de muchos fichajes erráticos que habian costado mucho dinero, como el de Lampe, y sólo se relacionaba con Pascual. El técnico, aseguraban, es una persona “tremendamente desconfiada” y su gestión del vestuario contaba cada vez con más detractores. En el club, en la plantilla y entre la afición.
El Barça no supo renovarse tras ganar la Euroliga en 2010. Desde entonces había perdido jugadores clave (como Fran Vázquez) y apostó muy fuerte por Lorbek, a quien renovaba por tres años y tres millones de euros anuales. Desde 2012, el rendimiento del ala-pívot esloveno había menguado mucho. Dos años antes se produjo un error fatal. El expresidente Sandro Rosell tenía un acuerdo verbal con Rudy para fichar al alero mallorquín. La entente no se rubricó en ningún documento y Rudy se comprometió un año después con el Real Madrid, que mandaba en España con gran autoridad. Sorprendemente el equipo blaugrana remontaba la eliminatoria ante el Valencia y ganaba la liga ante el Real Madrid.
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