- "Algunas veces debía regañarle para que dejara de hacer flexiones cuando sólo era un benjamín"
Esto, en un niño de ocho años, no es nada normal. Al día de hoy, sólo hay que ver sus brazos, por ejemplo, para darse cuenta de que tiene un cuerpo que se asemeja más al de un culturista que al de un futbolista. Sin embargo, Adama es capaz de aprovechar estas aptitudes para el deporte que practica y sabe combinar una buena capacidad de driblar con la fuerza y la velocidad adecuadas para que no le tomen el balón o lo tiren al suelo.
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