"De ahí que las asambleas, como norma general, se convierten en exhibiciones presidencialistas, vacías de todo debate y con una falta de comunicación evidente entre la mesa y el senado barcelonista", escribía el rotativo deportivo el 13 de julio de 1987. También un socio, Gil Novoa Huertas, se atrevía a cuestionar en una carta al director publicada un año antes, el 1 de agosto de 1986:
- "Las actuales asambleas de compromisarios serán siempre tristes, monótonas," presidenciables "miedo decirlo de alguna manera, siempre que no se varíe el sistema. A ver si de una vez por todas, la democracia llega tambié al fútbol"
Mucha queja, mucha polémica, pero ninguna intención del socio de asaltar la asamblea usando su poder real. Ni siquiera el Grup dOpinió Barcelonista liderado por Josep Huguet, ni la plataforma Barcelonistes de Sempre, ni Unión Barcelonista, con Joan Casals al frente, incluyeron nunca un punto en el orden del día. Ni siquiera iniciaron un proceso de recogida de firmas para intentarlo. Tampoco lo hace el Elefant Blau (en el grupo estaba Joan Laporta) durante los años 90, centrado exclusivamente en un voto de censura que, tras presentar los soportes correspondientes el 30 de enero de 1998, finalmente se celebró manteniendo Josep Lluis Núñez en el poder. Eso sí, sólo durante dos años.
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