Un caso curioso dentro del mundo del deporte por lo inusual, es el de
Fernando Argila, que paso de jugar profesionalmente al basket a hacerlo
al fútbol. Argila era un auténtico gigante para la época, con 182
centímetros de altura se defendía fenomenalmente bajo la canasta en las
canchas de baloncesto, defendiendo los colores del Atlético de San
Gervasio, jugando a nivel profesional durante tres campañas. En su
decisión influyo también que al término de la guerra civil, se
disolvieran varias asociaciones y la burocracia lenta de la época
impidio que pudiese volver a jugar al basket y se decantó por el fútbol.
Como muchos deportistas de la época, también practicó con éxito la
natación, pero su gran salto fue cuando cambio las botas de baloncesto
por los guantes de la portería, nada menos que la del FC Barcelona. Solo
jugaria las temporadas 1941/42 y 1942/43, en esta apenas fue titular y
decidio irse a Asturias para enrolarse al Real Oviedo
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