La lluvias torrenciales del 4 de septiembre de 1978, dejaba totalmente
inundado el tunel por donde habían de pasar los jugadores para saltar al
cesped del Camp Nou. Como quiera que el foso del estadio no absorbió el
agua caída, ni los desagües de la zona inundada funcionarón como era de
esperar, el túnel se conviritía en una especie de canal, con más de un
metro de agua. Al margen de la cantidad del líquido elemento que hubo de
ser bombeado para despejar la salida y provocaba la consiguiente
reparación de las cañerías, el suelo del túnel, que estaba
confeccionado a base de tacos de madera, había quedado completamente
destrozado y tenía que ser reconstruido en su totalidad.
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