El 29 de junio de 1985, el Barcelona se proclamaba campeón del Mundo, en
baloncesto al vencer en la final al Monte Libano brasileño por 93-89. El partido se jugo en el Palau de Esports de Girona. Un auténtico
"hueso", que fue muy difícil de roer, porque nunca dio su brazo a torcer
y mantuvo el tipo hasta el último segundo demostrando que llegar a la
finalísima no fue una casualidad. Sin embargo el Barça supo doblegar a
su rival con un "Super Epi" extraordinario, y es que el alero
barcelonista cuajaba una actuación antológica, porque se convirtió en el
verdugo del equipo brasileño y en el héroe de esta finalísima, donde
mantuvo un espectacular duelo con Marcel De Souza.
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