Sport
El espacio social del FC Barcelona,
al que se dedican los recursos necesarios, grandes esfuerzos y una
estructura de atención que ha ido creciendo estos últimos cuatro años,
ha cerrado la temporada con la sensación de haber dado pasos de gigante
en cuanto a modernización y fijación de grandes objetivos, pero sobre
todo de estabilidad.
¿Satisfecho?
Sí, porque hemos consolidado un trípode importante, la reforma de nuestros estatutos, la celebración del referéndum del Espai Barça y la fase final del censo.
¿Conoce verdaderamente el socio el contenido de los nuevos estatutos?
Seguramente no hemos sido capaces de explicarlo del todo bien ni es objeto del interés prioritario de nuestros socios, yo soy el primero que hace diez años desconocía la esencia de los estatutos, pero se ha dado un paso adelante brutal en cuanto al modelo de copropiedad y de la toma de decisiones, que ya no es arbitraria por parte de una junta directiva y que garantiza la supervivencia de la entidad en la peor de las crisis, tanto si es deportiva como si es social o económica. Ahora la junta está más encorsetada, claro, pero debíamos dar ese paso.
El referéndum, en cambio, sí traspasó esa frontera.
El referéndum ha sido la segunda expresión histórica de sufragio universal, desde mi punto de vista, con un gran éxito de participación, casi como en unas elecciones, demostrando los socios un compromiso más allá de la temporalidad de una directiva y actuando en clave de club. Creo que estamos hablando no del éxito de una junta sino de un avance institucional reconocible. Si el 72% de los socios aprueba algo, quiere decir que eso tiene sentido, que el proyecto es necesario y que refleja exactamente este derecho a decidir que los socios del Barça sí tienen.
El censo también parece que lleva puesto el silenciador.
Si el referéndum es una derivada instrumental de los nuevos estatutos, el censo es una herramienta complementaria y responde a la promesa electoral de organizar y arreglar el club, de reordenarlo. Al margen de los difuntos, se trataba de limpiar el registro de gente especulativa que sólo eran socios del FC Barcelona con la finalidad de conseguir entradas, de mafias, etcétera.
¿Se ha acabado el mercado negro de entradas?
Creo que la hemos reducido a la mínima expresión, aunque seguirá habiendo un pequeño porcentaje porque siempre hay quien encuentra la forma de traficar, pero ya no es un fenómeno masivo de reventa, como sucedía antes. Hace dos años ibas a taquillas y enfrente mismo estaban los carteles de 'compro entradas'. Eso se ha acabado.
No ha sido un proceso rápido.
Ninguno de los tres frentes era atacable desde el primer día de mandato. Primero hubo que cerrar la admisión de socios, aunque déjenme decir que nadie que ha querido hacerse socio lo ha dejado de ser. Lo que hemos eliminado es que ese acto de hacerse socio del Barça fuera el resultado de una compra por impulso. Se promocionaba ser socio como una oferta de televisores. Nadie tenía en cuenta que cada año luego se daban de baja 13.000 socios por insatisfacción.
Sobre el censo, ¿Hay abonos cuyos socios no lo han pasado?
Sí, ha habido casos de socios cuyos abonos ya no se han presentado al cobro para esta temporada. Lo que pasa es que técnicamente no quedarán desvinculados hasta el 31 de diciembre. Aún hay quien lo está recuperando. Es pronto para decir cuántos.
En enero pasado, de pronto dimite Sandro Rosell. ¿El socio lo entendió?
Hubo un momento en que los hechos alertaron a la masa social, la dimisión en concreto. El gran éxito de la transición a un clima estable como el que se respiró en el referéndum sólo tres meses después se la ha de imputar, creo, al propio presidente Josep Maria Bartomeu, porque fue él quien transmitió al socio la sensación de que había un proyecto, había serenidad y que, con independencia de ese presidencialismo que todos percibimos tan acusado, resulta que la continuidad es muy posible. La normalidad de Bartomeu ha sido la clave.
¿Rosell dimite para tranquilizar el ambiente?
Es verdad que se había focalizado todo mucho sobre su persona. Eso a él llega un momento que le desilusiona y seguro que ve en su salida del club una vía de relajación del entorno. Había demasiadas casualidades en los ataques desde todas partes hacia él y al irse del cargo se ha rebajado la crispación, sí. Bartomeu sabe proyectar después legitimidad y sobre todo un futuro definido. Es el heredero de un proyecto y ahora no toca pasar cuentas, sino seguir adelante.
¿Por qué se va?
Sandro Rosell puede irse porque él es independiente. Quiero decir que lo es económicamente, que no necesita estar vinculado al club para vivir; al contrario, dejó empresas para poder dedicar más tiempo al club. Tenía la libertad que otras personas no han tenido. Ya dijo que era socio y que quería ser presidente para volver a ser socio. Lo ha hecho.
Parece que se quiera borrar su paso por el club.
Quien apostó y dio confianza a este proyecto social fue Sandro Rosell, no lo hemos improvisado. Tenía muy claro, porque pronto cumplirá 50 años de barcelonista, que el gran crecimiento social de las anteriores temporadas había sido muy descontrolado y que era preciso recuperar un orden, si se quiere tradicional, en el sentido de que las raíces y la fuerza social estén cerca, próximas, sean identitarias y sentimentales.
¿Fichar a Neymar está pasando factura?
Yo no lo viví, pero el caso Di Stéfano, porque lo he sentido en mi familia y en los barcelonistas de más edad, nos dejó heridos. De hecho, la tremenda rivalidad con el Madrid nace por culpa de esa operación, hablo de crispación social. La actuación del presidente Rosell en este caso, y han de ser justos los que le critican alguna otra acción, reconociéndolo, evita otro caso Di Stéfano. Y con el tiempo lo veremos. Al presidente Rosell no se le ha hecho justicia. No hay nada casual en todo lo que nos ha pasado después del caso Neymar. Añado, para los que tengan dudas, que se imaginen un escenario sin Neymar en el Barça y vestido de blanco, pues la oferta del Real Madrid era el doble de la nuestra. Nadie le habría preguntado a Florentino cómo había pagado el fichaje del jugador. Seguro.
¿Qué quiere el socio, conocer el contrato de Neymar o de Suárez?
Las preocupaciones, por lo que nosotros detectamos en la OAB, son otras muy distintas, los socios esperan una buena salud económica para poder fichar y quieren mejores servicios, lo digo respetando la opinión de todas las minorías. Como yo lo veo, el Barça es infinito, tenemos millones de seguidores y hasta socios en Japón, pero la mayor parte, en un aspecto más material, lo que busca es el acceso al Camp Nou. Es decir, entradas y abonos, el acceso al espectáculo, al fútbol, o sea una buena gestión de ese mercado, de la lista de espera y de las entradas cuando llega una final. Y nuestro papel ha de ser el de un árbitro que pasa desapercibido.
Se ha afirmado que habrían intentado revitalizar a espaldas de Mossos d'Esquadra la Grada d'Animació.
Es falso, esta es una información de alguien que nos quiere hacer daño y esto no se hace, no es correcto. Esta junta no ha hecho el menor movimiento, nada, desde que anunció el abandono del proyecto. Si hasta en la final de Valencia, cuando el Gol Sud pidió agruparse en Mestalla, una petición razonada que tendría todo el sentido del mundo tender y en la que podríamos haber colaborado, nos negamos para evitar precisamente cualquier mala interpretación. Les dije, 'tenéis razón, pero no lo puedo autorizar'.
¿Arrepentido?
El asunto de los cascos, de los niños y de la Grada d'Animació, los tres temas conflictivos que hemos vivido, tienen un denominador común, el de la seguridad. Si por cuestiones de seguridad se adoptan ciertas medidas lo más seguro es que sean impopulares, pero tenemos muy claro que se han de tomar
¿Satisfecho?
Sí, porque hemos consolidado un trípode importante, la reforma de nuestros estatutos, la celebración del referéndum del Espai Barça y la fase final del censo.
¿Conoce verdaderamente el socio el contenido de los nuevos estatutos?
Seguramente no hemos sido capaces de explicarlo del todo bien ni es objeto del interés prioritario de nuestros socios, yo soy el primero que hace diez años desconocía la esencia de los estatutos, pero se ha dado un paso adelante brutal en cuanto al modelo de copropiedad y de la toma de decisiones, que ya no es arbitraria por parte de una junta directiva y que garantiza la supervivencia de la entidad en la peor de las crisis, tanto si es deportiva como si es social o económica. Ahora la junta está más encorsetada, claro, pero debíamos dar ese paso.
El referéndum, en cambio, sí traspasó esa frontera.
El referéndum ha sido la segunda expresión histórica de sufragio universal, desde mi punto de vista, con un gran éxito de participación, casi como en unas elecciones, demostrando los socios un compromiso más allá de la temporalidad de una directiva y actuando en clave de club. Creo que estamos hablando no del éxito de una junta sino de un avance institucional reconocible. Si el 72% de los socios aprueba algo, quiere decir que eso tiene sentido, que el proyecto es necesario y que refleja exactamente este derecho a decidir que los socios del Barça sí tienen.
El censo también parece que lleva puesto el silenciador.
Si el referéndum es una derivada instrumental de los nuevos estatutos, el censo es una herramienta complementaria y responde a la promesa electoral de organizar y arreglar el club, de reordenarlo. Al margen de los difuntos, se trataba de limpiar el registro de gente especulativa que sólo eran socios del FC Barcelona con la finalidad de conseguir entradas, de mafias, etcétera.
¿Se ha acabado el mercado negro de entradas?
Creo que la hemos reducido a la mínima expresión, aunque seguirá habiendo un pequeño porcentaje porque siempre hay quien encuentra la forma de traficar, pero ya no es un fenómeno masivo de reventa, como sucedía antes. Hace dos años ibas a taquillas y enfrente mismo estaban los carteles de 'compro entradas'. Eso se ha acabado.
No ha sido un proceso rápido.
Ninguno de los tres frentes era atacable desde el primer día de mandato. Primero hubo que cerrar la admisión de socios, aunque déjenme decir que nadie que ha querido hacerse socio lo ha dejado de ser. Lo que hemos eliminado es que ese acto de hacerse socio del Barça fuera el resultado de una compra por impulso. Se promocionaba ser socio como una oferta de televisores. Nadie tenía en cuenta que cada año luego se daban de baja 13.000 socios por insatisfacción.
Sobre el censo, ¿Hay abonos cuyos socios no lo han pasado?
Sí, ha habido casos de socios cuyos abonos ya no se han presentado al cobro para esta temporada. Lo que pasa es que técnicamente no quedarán desvinculados hasta el 31 de diciembre. Aún hay quien lo está recuperando. Es pronto para decir cuántos.
En enero pasado, de pronto dimite Sandro Rosell. ¿El socio lo entendió?
Hubo un momento en que los hechos alertaron a la masa social, la dimisión en concreto. El gran éxito de la transición a un clima estable como el que se respiró en el referéndum sólo tres meses después se la ha de imputar, creo, al propio presidente Josep Maria Bartomeu, porque fue él quien transmitió al socio la sensación de que había un proyecto, había serenidad y que, con independencia de ese presidencialismo que todos percibimos tan acusado, resulta que la continuidad es muy posible. La normalidad de Bartomeu ha sido la clave.
¿Rosell dimite para tranquilizar el ambiente?
Es verdad que se había focalizado todo mucho sobre su persona. Eso a él llega un momento que le desilusiona y seguro que ve en su salida del club una vía de relajación del entorno. Había demasiadas casualidades en los ataques desde todas partes hacia él y al irse del cargo se ha rebajado la crispación, sí. Bartomeu sabe proyectar después legitimidad y sobre todo un futuro definido. Es el heredero de un proyecto y ahora no toca pasar cuentas, sino seguir adelante.
¿Por qué se va?
Sandro Rosell puede irse porque él es independiente. Quiero decir que lo es económicamente, que no necesita estar vinculado al club para vivir; al contrario, dejó empresas para poder dedicar más tiempo al club. Tenía la libertad que otras personas no han tenido. Ya dijo que era socio y que quería ser presidente para volver a ser socio. Lo ha hecho.
Parece que se quiera borrar su paso por el club.
Quien apostó y dio confianza a este proyecto social fue Sandro Rosell, no lo hemos improvisado. Tenía muy claro, porque pronto cumplirá 50 años de barcelonista, que el gran crecimiento social de las anteriores temporadas había sido muy descontrolado y que era preciso recuperar un orden, si se quiere tradicional, en el sentido de que las raíces y la fuerza social estén cerca, próximas, sean identitarias y sentimentales.
¿Fichar a Neymar está pasando factura?
Yo no lo viví, pero el caso Di Stéfano, porque lo he sentido en mi familia y en los barcelonistas de más edad, nos dejó heridos. De hecho, la tremenda rivalidad con el Madrid nace por culpa de esa operación, hablo de crispación social. La actuación del presidente Rosell en este caso, y han de ser justos los que le critican alguna otra acción, reconociéndolo, evita otro caso Di Stéfano. Y con el tiempo lo veremos. Al presidente Rosell no se le ha hecho justicia. No hay nada casual en todo lo que nos ha pasado después del caso Neymar. Añado, para los que tengan dudas, que se imaginen un escenario sin Neymar en el Barça y vestido de blanco, pues la oferta del Real Madrid era el doble de la nuestra. Nadie le habría preguntado a Florentino cómo había pagado el fichaje del jugador. Seguro.
¿Qué quiere el socio, conocer el contrato de Neymar o de Suárez?
Las preocupaciones, por lo que nosotros detectamos en la OAB, son otras muy distintas, los socios esperan una buena salud económica para poder fichar y quieren mejores servicios, lo digo respetando la opinión de todas las minorías. Como yo lo veo, el Barça es infinito, tenemos millones de seguidores y hasta socios en Japón, pero la mayor parte, en un aspecto más material, lo que busca es el acceso al Camp Nou. Es decir, entradas y abonos, el acceso al espectáculo, al fútbol, o sea una buena gestión de ese mercado, de la lista de espera y de las entradas cuando llega una final. Y nuestro papel ha de ser el de un árbitro que pasa desapercibido.
Se ha afirmado que habrían intentado revitalizar a espaldas de Mossos d'Esquadra la Grada d'Animació.
Es falso, esta es una información de alguien que nos quiere hacer daño y esto no se hace, no es correcto. Esta junta no ha hecho el menor movimiento, nada, desde que anunció el abandono del proyecto. Si hasta en la final de Valencia, cuando el Gol Sud pidió agruparse en Mestalla, una petición razonada que tendría todo el sentido del mundo tender y en la que podríamos haber colaborado, nos negamos para evitar precisamente cualquier mala interpretación. Les dije, 'tenéis razón, pero no lo puedo autorizar'.
¿Arrepentido?
El asunto de los cascos, de los niños y de la Grada d'Animació, los tres temas conflictivos que hemos vivido, tienen un denominador común, el de la seguridad. Si por cuestiones de seguridad se adoptan ciertas medidas lo más seguro es que sean impopulares, pero tenemos muy claro que se han de tomar
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