Relato de un Extreterrestre (II)
Cuando me empezaba a acostumbrar a ese espectáculo, la extraña energía que me había poseído me impedía entrar en aquel portal. Camine unos pasos hacia el bordillo y cai de rodillas. Creyéndome
un estúpido me sermonee, solo se trataba del brillo de la luna o de las
luces de la ciudad que se reflejaban en el cielo. De pronto, algo comenzó a emerger del suelo... ¿Como era posible, era asfalto?. Una estilizada cabeza surgió lentamente, y unos extraños ojos profundos y luminosos
clavaron su mirada en mi. Tras ellos emergió el cuerpo de una mujer,
de cuerpo aparentementre "sólido" con brazos y piernas fuertes. Sus
manos tenia tres dedos y un pulgar mientras que sus pies tenian tenía 3
dedos y un dedo en la parte trasera a un lado de su tobillo. Su
principal distinción era su piel, esta consistía en una piel rugosa,
con escamas, similar a la de un reptil del planeta tierra. Su color de
piel también era verde y sus ojos estaban entre amarillo verde y las
pupilas similares a las de un gato, eran los
que reflejaban de forma caleidoscópica en la rojiza luz de la bóveda
celeste Se planto frente a mí, y clavo sus ojos aun más en los míos;
al contrario de lo que pueda parecer, semejante criatura hubiera dado a
cualquier otro repugnancia o miedo, a mí sin embargo me pareció de una
belleza que rozaba la divinidad, su mirada irradiaba ternura,
exactamente la que inspiraría una madre a su hijo.
Una voz femenina muy dulce comenzó a
hablarme, sin embargo, la criatura no movía los labios... conocia
nuestras facultades telepaticas. Me contó como su pueblo había
conseguido sobrevivir en las profundidades de los océanos durante
milenios, mucho antes de que el primer humano existiera, y como durante
generaciones habían vigilado a los hombres, velando por su bienestar,
por su seguridad... desde que eran seres inferiores a los actuales.
También me conto que algunos de los suyos
se unieron con humanos, dando lugar a híbridos que se mezclaron con la
población. Comencé a sentir una extraña sensación de familiaridad
escuchando su voz.
Su especie tambien había habitado en Gildor y a pesar de que tambien
ayudaron a los habitantes de mi planeta, nuestra evolución fue más
completa, llegando incluso a superarles mentalmente. Muchos de ellos
abandonaron Gildor, pero otros que se habían mezclado con los
gildorianos y prefirieron quedarse alli.
Por lo visto y según ella, yo era un descendiente de su raza y de los Gildorianos y que aún no había asumido mi condición inmortal.
Cuando me disponía a contarle cual era mi misión, pero un
gran resplandor invadió el lugar, y el silencio desapareció, se hizo
el día, el sonido de la calle y la sensación del frío me devolvió a la
realidad. Trabajosamente me levante como
pude, e intente llegar a mi nueva casa. La misteriosa dama había
desaparecido. Y yo debía cumplir con una misión
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