El problema era que Ronaldo era demasiado inocente. Y Stoichkov le gastaba una broma la tarde anterior. Cuando el brasileño abandonaba el vestuario preg
untó al búlgaro la hora del entrenamiento y Hristo respondió que "de tres y media a cuatro". El error de Ronaldo fue no mirar la pizarra en la que los técnicos anotan el plan del día siguiente. Por no podía imaginar que un compañero quisiera hacerle daño sólo por el placer de gastar una broma. Así que se lo creyó y se marchó a casa convencido de que podría dormir hasta pasadas las doce. Lo malo de la broma es que también afecto a Giovanni, que le había preguntado a Ronaldo la hora de entrenamiento
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