Como cualquier futbolista y en el caso de los porteros aún más, Claudio Bravo no era ajeno a las supersticiones. En su caso, hacía de su "manía" un acto generoso y solidario. Desde hace varios años, y curiosamente tras dejar a cero su portería en un partido frente al FC Barcelona en Anoeta, por aquellos días guardameta de la Real decidió que, siempre que no encajara un gol en un partido, donaría su camiseta a un niño, y más concretamente, a un niño con alguna dolencia o disminución.
- "Un crío en silla de ruedas me llamó para saludarme cuando regresaba a casa desde Anoeta. Saqué mi camiseta y se la regalé. No puedes imaginar cómo se le iluminó el rostro" decía Bravo en declaraciones a Number1sport.es
Con su llegada al blaugrana, Bravo no alteraró su ritual. Para continuar en ese anonimato, la intención del meta era acudir a hospitales para regalarlas personalmente y, de esta forma,intentar contribuir a que esos niños puedan olvidar por un rato su enfermedad
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