Fue el partido del miedo. Nadie quería perder aquel 4 de abril de 1987
pero tampoco nadie se decidió a ganar. Los minutos pasaban de la mano de
un carrusel de faltas personales y los equipos renunciaban a tirar el
1+1 (en 1988 se introdujo esta regla, que sólo permitía el segundo
lanzamiento libre si se anotaba el primero, desapareceria poco después.
Si no, se podía entrar al rebote). En la última jugada del partido, Juan
Antonio Corbalán perdió el balón y Kenny Simpson recibió la falta, con
solo un punto de desventaja para el Barça. Marcó un tiro libre y falló
otro, por lo que el choque fue a la prórroga. En ella, por sorpresa, la
última bola llegó a las manos del joven Josep Cargol (el "antiJimenez)
tras pase de Iturriaga. Él, acusando los nervios del momento, cometió
pasos y le dio en bandeja el triunfo al FC Barcelona por 91-90.
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