El 27 de enero de 2003, Van Gaal era cesado de su cargo como entrenador
del primer equipo. El KO en Balaídos (2-0) había dejado al Barça en la
posición 12ª de la tabla con 23 puntos, a ¡20! del líder, la Real
Sociedad, en la jornada 19, y a sólo 3 de entrar en zona de descenso. El
barcelonismo estaba de uñas con el entrenador e, igualmente, con el
presidente, Joan Gaspart, que no tuvo más salida que prescindir de los
servicios del holandés. La situación era insostenible. El finiquito del
técnico, que al principio no quería renunciar ni a un euro, se negoció
en Sitges, donde residía. Joan Gaspart acabó convenciendo a Van Gaal y
éste renunció a uno de los seis millones de euros que le tocaban por
poner fin traumáticamente a su segunda etapa en el club. Al día
siguiente, y con lágrimas en los ojos, el entrenador confesaba en rueda
de prensa que "me voy con tristeza por no cumplir con las expectativas
de la afición". Y añadía que "no quería dimitir, pero cambié de opinión
para no perjudicar a la entidad". Punto final a un fracaso practicamente
anunciado, desde su vuelta al Camp Nou y es que contaba con muchos
enemigos dentro del entorno blaugrana en aquella época
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