dimecres, 25 de març del 2015

Cap. 1617: Con Cruyff llegó la revolución

(Opinión Personal)

La temporada 1989/90 estuvo a punto de haber impedido el nacimiento del "Dream Team". En diciembre la mayoria de los socios y aficionados cules le pidiamos a Josep Lluís Núñez, la cabeza de Johan en bandeja de plata. Y hay una fecha suele pasar inadvertida en la fastuosa trayectoria de Johan Cruyff en el Barça. Es el 5 de abril de 1990. El Barça se enfrentaba al Madrid en la final de Copa en Mestalla y Johan Cruyff atravesaba una situación crítica en el club. El presidente Núñez había contactado con César Luis Menotti para ofrecerle la dirección del equipo. Cruyff estaba a punto de concluir su contrato de dos años, en medio de un ambiente tan cargado como la tormenta que azotaba Valencia. La temporada se había apretado para favorecer la preparación del Mundial de Italia. El Barça vivía con las frustraciones de costumbre. Desde 1960, sólo había ganado dos Ligas (1973/74, 1984/85), cifra asombrosamente pobre para un club con un potencial enorme. En ese mismo periodo, el Atlético de Madrid había obtenido más campeonatos. Más sorprendente eran los cuatro títulos, dos cada uno, entre el Athletic y la Real Sociedad en los años ochenta. El Barça ganó la final (2-0). El Madrid conquistó la Liga. La victoria permitió a Cruyff continuar al frente del equipo. El Madrid no volvió a ganar el campeonato hasta la temporada 1994/95. El Barça conquistó cuatro títulos consecutivos de Liga y la Copa de Europa que tanto se le había resistido. Esos son datos que avalan la superlativa carrera de Cruyff al frente de un equipo glorioso. Sólo datos. Lo fundamental tiene un carácter más profundo: el Barça torció su historia de lamentaciones y se convirtió en el equipo chic, quizá la gran referencia del fútbol mundial. A Cruyff le corresponde todo el mérito de la transformación. Respondió a lo grande, a quienes le cuestionaban con una saga impresionante de victorias. Respondió a quienes predicaban el fútbol resultadista con una de las apuestas ofensivas más clamorosas que recuerdamos. Devolvió todo el placer de la belleza al fútbol. Negó otra falacia: el deterioro del vigor competitivo por la belleza. Demostró el crucial valor de la cantera. Divirtió a todos, hinchas o no del Barça. Su grandeza fue universal. Pero su legado no terminó con él. El mismo club que sólo había obtenido dos Ligas entre 1960 y 1990 y que jamás había logrado la Copa de Europa, ha ganado dos finales de la Liga de Campeones y ocho de los últimos 17 campeonatos nacionales. Todos con entrenadores holandeses o con un exjugador como Pep, que ha bebido de la misma fuente. Es, sin dudarlo, una de las épocas de oro del Barça. Detrás hay una figura apoteósica: la de Johan Cruyff

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