divendres, 23 d’octubre del 2009

Cap. 755: Un jugador llamado "Olegari"

A principios de la década de los 50, hay un futbolista que sorprendió en la Ciudad Condal. En sus comienzos no jugaba ni en el RCE Espanyol ni en el FC Barcelona, sino que entrenaba en un humilde equipo del barrio de Sarria, pero su calidad y fortaleza física dejaba atónito a quien presenciaba su magistral despliegue sobre el terreno de juego. Se llamaba "Olegari· y vivía en la calle Loreto. Así fue como lo presentaron cuando llegó a su equipo y poco más se averiguó de él. Era "mudo" y únicamente se comunicaba sobre el césped. Poco después este silencioso futbolista se convirtiría en un símbolo del fútbol catalán y español. A muchos de nosotros no les sonará el nombre de Olegari, posiblemente incluso alguno haya pensado en Oleguer Presas, es normal. Olegari ni era mudo, ni se llamaba Olegari. Fue la identidad que adoptó el mítico Ladislao Kubala durante sus primeros meses en Barcelona. El húngaro llegó a España a escondidas y hasta que se le pudo hacer ficha Pep Samitier, decidió cederle a un equipo de Sarriá para que no perdiera la forma. Para no levantar sospechas de quien era aquel "Olegari", Pep Samitier le dijo a Kubala: "A partir de hoy eres mudo y te llamas "Olegari" La verdad es que Kubala sentó cátedra durante los años 50. Lideró a uno de los mejores equipos que ha tenido el Barcelona en toda su historia, el equipo recordado como el de "Les Cinc Copes". Logró un palmarés envidiable, aunque le quedó pendiente ganar la Copa de Europa, y mucho le señalan como el culpable de que el conjunto barcelonés tuviera que abandonar el campo de Les Corts y trasladarse al Camp Nou. Según las crónicas de la época era tal la expectación que levantaba Kubala entre los aficionados culés que no había sitio suficiente espacio en las gradas para alojarles a todos y muchos se quedaban a las puertas del estadio, provocando altercados. Hasta llegar a convertirse en un mito Kubala tuvo que recorrer un largo y complicado camino. Escapó de Hungría en condiciones infrahumanas y se escondió en Italia. Su esposa y su primer hijo, por el contrario, fueron exiliados en Austria. Kubala no se olvidó de ellos y cada día se acercaba a la frontera para verles. Así, comenzó a entablar amistad con los guardas aduaneros y a disputar improvisados partidos de fútbol con ellos. La amabilidad del húngaro tenía doble intención. Antes de uno de esos partidillos le dijo a su mujer: "Cuando veas que me toco la cabeza cruza la frontera". Gracias a su picardía y al fútbol pudo reencontrarse con su familia. Durante su etapa en Italia le quisieron fichar la Juventus y el Milan. Militó durante poco tiempo en el Torino y se libro por muy poco del "Tragico Accidente de Superga", en el que fallecieron todos los componentes del equipo italiano. Que Kubala se librara de aquel accidente hay dos versiones: "en una hablan de la enfermeda de su hijo pequeño, y que con fiebre y ante la ausencia de su esposa, prefirio no ir" y la otra verión dice que "aquel día llegaba su esposa a Turín". Por eso no fue a Lisboa y se libró del "accidente". Su equipo en Italia fue el Pro Patria. El dueño de una fábrica de Varese creó un club de fútbol para ayudar a inmigrantes. El equipo formado por médicos, abogados, panaderos y Kubala viajó hasta Barcelona para disputar un par de amistosos. En un duelo ante el Espanyol se produjo el enamoramiento. Samitier estaba en la grada y no lo dudó. "Quiero a ese jugador en el Barcelona". Samitier no tardó en satisfacer su deseo. Kubala viajó a la Ciudad Condal y tras su breve etapa como "Olegari" comenzó a escribir algunas de las mejores páginas de la historia del Barcelona.

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