El 7 de marzo de 1980, Nicolau Casaus se encintraba en Bucarest
(Rumanía) con un intermediario para negociar con Stefan Kovacs y
proponerle como técnico para la temporada 1980/81. La tarea era una
misión casi imposible, Kovacs era lo que Maradona para Argentina, un
patrimonio nacional. Aunque había salido durante dos años para entrenar
al Ajax de Amsterdam, con un permiso especial y otros dos a Francia,
gracias a la intervención de George Marchais, secretario del PCF
(Partido Comunista Frances), lo que le permitó entrenar dos temporada a
la selección gala. Por eso Casaus regresaba a Barcelona con un no, eso
si obligado por las circunstancias. Se comentaba que incluso al club
blaugrana le pareció excesivo pedir ayuda a Santiago Carrillo, lider del
PCE (Partido Comunista de España)
En las décadas de los años '70 y '80, la popularidad de Allan Simonen en
Dinamarca, ya de por sí enorme, iba a aumentar en el jugador blaugrana.
Al aparecer en una marca de refrescos (no alcoholicos) en su querida
Dinamarca. Al igual que otras figuras del fútbol de la época (Pelé,
Cruyff, Best...), Simonsen cayo en las redes de la publicidad, al vender
su imagen y su fama para esos refrescos de naranja y limón. Y los
daneses que lo tenían como el mejor jugador del país, uno de los mejores
extremos de Europa de esa década y fue reconocido con el Balón de Oro
de Europa en 1977 y elegido como el mejor jugador de dicho continente,
ahora sería imagen de una marca reconocida no sólo en Dinamarca
